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DICEN DE JORDI

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“(...) los interludios orquestales que la Orquestra de la Comunitat Valenciana dirigida por Jordi Bernàcer interpretó soberbiamente.”

Agustí Fancelli, EL PAÍS (27.VII.2009)

“El Sr. Maazel cedió el podium a Jordi Bernàcer, quien dirigió la Sinfonía nº 29 de Mozart. La interpretación fue rítmicamente intensa y boyante”.

Steve Smith, THE NEW YOK TIMES (13.VII.2009)

“(...) prorrumpieron en una sonora ovación tras escuchar a la Orquesta Nacional de España y aun director en el que fijarse, el valenciano Jordi Bernàcer, aplaudido hasta por la propia orquesta.”

Alberto González Lapuente, ABC (9.XI.2010)

“Artífice especial del éxito fue el joven director Jordi Bernàcer. Si en las otras do obras mostró exactitud, sensibilidad y dominio, aquí realizó una labor memorable, de gran director, que arrancó ovaciones y bravos de un público que se lo pasó en grande”.

Tomás Marco, EL MUNDO (9.XI.2010)

“El joven músico alicantino Jordi Bernàcer (Alcoy, 1976), exhibió no sólo conocimiento puntilloso y preciso de las obras, sino estilo, autoridad y, por ende, soltura para esa ·libertad controlada” que Boulez en ocasiones concede a los instrumentistas. (…) Bernàcer bordó las versiones orquestales de “Notations”.

José Luis Pérez de Arteaga, LA RAZÓN (16.XI.2010)

“A uno curioso, le gustaría haber asistido a las primeras actuaciones de grandes músicos, directores en concreto.¿Se parecieron al debut de Jordi Bernàcer (Alcoy, 1976) en el foso de la Sala Principal de Les Arts? ¿Será este, pasados los años, el primer triunfo importante de un grande? El tiempo dirá. De...

Alfredo Brotons, SCHERZO (II.2011)

“El Maestro Jordi Bernàcer ha dirigido a la Orquestra de la Comunitat Valenciana con seguridad y buenos propósitos al evidenciar el dramatismo y la sutil ligereza de la partitura, teniendo bajo control el escenario y el aparato orquestal que ha obedecido con bravura el gesto del director.”

Sabino Lenoci, L'OPERA (II.2011)

“Con ser excelente lo hasta entonces oído, fue en el difícil Juego de Cartas de Stravinsky donde puede decirse que Bernácer jugó mejor precisamente sus bazas de técnica clara y fraseo musical.”

Alfredo Brotons, LEVANTE-EMV (3.VII.2011)

“La dirección de Jordi Bernàcer en ambas [composiciones] fue magnifica, llevando a la orquesta a un nivel de coordinación  admirable y extrayendo de ella un sonido envidiable”.

Jordi Caturla González, RITMO (XI.2011)

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Crítica Scherzo enero 2011

Critica Scherzo ene 2011Coherencia y Elocuencia. Jordi Bernàcer, Director de Orquesta.
Alfredo Brotons
Scherzo, enero de 2011

Manon Lescaut, Massenet
Ailyn Pérez (Manon), Jean-François Borras (Des Grieux), Artur Rucinsky (Lescaut), Raymon Aceto (Conde), Emilio Sánchez (Guillot), Andrea Porta (Brétigny)
Director musical: Jordi Bernàcer
Director de escena: Vincent Paterson
Palau de les Arts (Valencia) 18 diciembre 2010

A no, curioso, le gustaría haber asistido a las primeras actuaciones de grandes músicos, directores en concreto. ¿Se parecieron al debut de Jordi Bernàcer (Alcoy, 1976) en el foso de la Sala Principal de Les Arts?
¿Es esta la primicia de un futuro grande? El tiempo dirá. De momento, no se acierta con la forma en que se podría haber mejorado la impresión producida en esta Manon.
Su triunfo, el primero de su clase logrado por un valenciano, es también el de una política de cantera. Ojalá, lejos de detenerse, se continúe y aun potencie.

Esta es una ópera bastante más difícil aún que hermosa. Requiere una batuta firme y una mano izquierda sutil con gestos siempre claros y precisos, sensibilidad para que los tiempos rápidos sean vivos y los lentos no se mueran. De la posesión de estas cualidades dio sobradas pruebas Bernàcer, que con matizado control de las métricas y las intensidades orquestales mantuvo la continuidad de todos los pasajes y mimó el trabajo de los solistas.

En el papel del título Aylin Pérez estuvo cautivadora tanto vocal como escénicamente. En sustitución urgente del anunciado Vittorio Grigolo, le dio réplica el tenor francés Jean Francois Borras, que salvó los muebles de manera muy competente. No desentonó ningún comprimario, y los coros y la orquesta volvieron a sorprender por su capacidad para realizar tan bien tanto trabajo.

La puesta en escena traslada la acción, originalmente situada en 1721, al Hollywood de los primeros años del cine en color. Se ofrecen vistas chirriantes, como la presencia constante de la Torre Eiffel durante los tres actos centrales en una ópera estrenada cinco años antes de su erección, pero los movimientos (coreografía), el vestuario, los decorados y la iluminación son por lo demás coherentes y elocuentes sin perturbar la comprensión del argumento y el disfrute de la música.

 

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